sábado, 29 de diciembre de 2012

Torrejoncillo. La Encamisá. El ovni abrasador


La Encamisá de Torrejoncillo (Cáceres) es una curiosa y emocionante fiesta popular de orígenes inciertos, donde se mezclan la pólvora, los caballos, la devoción mariana, el alcohol, los dulces...

Se celebra cada 7 de diciembre por la noche: Centenares de jinetes con velones o antorchas recorren las calles del pueblo tras un estandarte que portan los mayordomos, entre vítores a la Virgen, disparo de escopetas y cohetes.  En las calles y plazuelas se encienden grandes hogueras donde los vecinos y visitantes se calientan, beben y comen los dulces típicos.  El origen de la fiesta no se sabe.  Hay muchas versiones...

La leyenda más extendida habla de una acción bélica en la Batalla de Pavía: El Capitán Ávalos, de origen torrejoncillano, camufló a sus hombres bajo sábanas que les hicieron invisibles en la nieve. Así lograron ganar. A la vuelta a su pueblo, dicen que comenzó a representarse esta hazaña bélica, adquiriendo la fiesta un creciente fervor mariano al afirmarse que la Virgen les ayudo a vencer en Italia.

Otra versión habla de una batalla en la Guerra de Flandes, en 1585, también con soldados camuflados con camisas entre hielo y nieve.

Una más habla de un hecho sucedido en Coria en 1465, esta vez sin nieve, pero con soldados vestidos con camisas para distinguirse del enemigo.

Y más y más:  Desde un origen prerromano con culto a la diosa Ataecina, hasta una fiesta de origen musulmán.  Todo un enigma.

Curiosamente el fuego que es protagonista en La Encamisá también lo es en el hecho por el cual Torrejoncillo figura en todas las modernas historias de ovnis y sucesos extraños...



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En 1980 un supuesto artefacto volador provocó un cono de fuego que arrasó y calcinó una amplia extensión de terreno en la finca Cuatro Cuartos, en la cercanía del pueblo. 
Animales abrasados, tierra quemada y hasta el vidrio derretido por un calor inexplicable.  Un gran misterio y un hecho increible, famoso en todo el mundo ¿Ovni, experimento militar, fenómeno natural?

Es famosa la foto de uno de los testigos:  Un pobre gato chamuscado.



http://www.ikerjimenez.com/reportajes/torrejoncillo/index.html

sábado, 24 de noviembre de 2012

Monjas endemoniadas. Historias del Convento de San Plácido

El Convento de San Plácido es una de las joyas ocultas del Barroco madrileño, es de difícil acceso y concentra varias historias curiosas y leyendas, así como muy importantes obras de arte.

Fundado en 1623 con el nombre de Monasterio de la Encarnación por Don Jerónimo de Villanueva, ministro del rey Felipe IV, en unas casas de su propiedad para que entrase como abadesa su prometida Doña Teresa Valle de la Cerda y Alvarado, una importante dama que se arrepintió pocos días antes de la boda.

Fue habitado por jóvenes monjas de clausura de la Orden de San Benito, de durísimas normas.  En 1625, una tras otra, la mayoría de las monjas empiezan a mostrar claros síntomas de posesión diabólica:  Gritos desgarradores, convulsiones por los suelos, temblores, dolores, ojos en blanco... Hasta la abadesa parecía poseída. La noticia de las monjas endemoniadas se difunde por todo Madrid e inmediatamente la Santa Inquisición toma cartas en el asunto interrogando a veces bajo tortura a todas las monjas, a los curas confesores y al monaguillo.

Tras largos interrogatorios en los que las monjas declaran con todo detalle la intervención de un demonio jefe llamado Peregrino, se juzga que el origen de los hechos está en el confesor, Francisco García Calderón, un joven y apuesto fraile que ya había sido condenado por pertenecer a la secta de los Iluminados. Queda demostrado que el sacerdote había tenido "trato carnal" con la mayoría de las monjas (solo se salvaron las más viejas y feas), convenciéndolas de que no había pecado en las relaciones sexuales siempre que se hiciesen con amor hacia Dios.

El fraile se salvó de la hoguera por confesar sus culpas, pero fue condenado a prisión perpetua. La abadesa fue condenada a reclusión en el convento de Santo Domingo de Toledo, siendo repuesta en su cargo pocos años después y las monjas fueron desperdigadas por varios conventos, aunque la mayoría terminaron regresando al controvertido convento de San Plácido, que años después fue escenario de otra historia extravagante, mezcla de leyenda y realidad y que hizo reabrir el proceso...

Es sabido que el rey Felipe IV era mujeriego, fiestero y caprichoso.  Enterado de la belleza de una novicia de San Plácido, se propuso seducirla.  Comenzó a frecuentar el convento junto con Jeronimo de Villanueva y el Conde Duque de Olivares, e hizo que le presentasen a la muchacha para ir ganando su confianza.
Una noche, cuando la joven y bella novicia estaba a punto de sucumbir al acoso real, el rey y sus acompañantes entraron al convento por una carbonera de la casa vecina, pero se encontraron el lúgubre escenario de que la hermosa joven yacía en un negro túmulo mortuorio flanqueado por velones encendidos.  Todo era una estratagema montada por la abadesa fundadora, Doña Teresa.  Los conspiradores huyeron descompuestos mientras la espabilada abadesa y sus monjas tuvieron motivo para reirse del desengaño al que habían sometido al monarca lujurioso y sus aduladores.

El suceso llegó tambien a oidos de la Inquisición que incluso amonestó seriamente al rey y procesó a Jerónimo de Villanueva.  Quizá por eso y quizá por desagravio, la leyenda afirma que Felipe IV hizo 2 regalos al convento: Un reloj para la fachada, cuyas campanadas sonaban a muerto  y una pintura magnífica, el famoso Cristo Crucificado de Velázquez.

La leyenda dice que el reloj dejó de dar campanadas cuando murió la célebre abadesa, Doña Teresa.  Estuvo en el convento hasta una reforma en 1903.

En cuanto al cuadro del Cristo de Velazquez, tras muchas peripecias se encuentra en el Museo del Prado. Se dice de él que el pintor dio un brochazo involuntario y estropeó parte de la cara del Cristo. Para arreglar el desaguisado pintó esos mechones de pelo que le caen sobre la cara y que dan a la pintura un mayor patetismo.

En cualquier caso, el convento merece una visita porque alberga obras de arte verdaderamente únicas: En el retablo mayor, La Anunciación, un cuadro gigantesco de Claudio Coello, de 7 metros por 4, que es una verdadera maravilla y una obra cumbre de la pintura barroca a nivel mundial;  Tambien hay un Cristo Yacente de Gregorio Fernandez impresionante.  Y la cúpula, y los frescos, y otros retablos...  En fin que es un sitio espectacular y que muy muy poca gente ha visitado.

Una de las manera de vistar el Convento es asistir a la misa de la mañana del domingo, junto con las monjitas de clausura.  Una experiencia increible, la misa en la sala capitular con 13 hermanas que pasan todas los 80 años de edad.







domingo, 18 de noviembre de 2012

Leyendas de Zamora. San Froilán, San Atilano y Viriato

Ruinas del Monasterio de Moreruela
No es Zamora un destino turístico muy visitado, sin duda inmerecidamente. Es una ciudad con gran encanto y con mucho que visitar, especialmente su arte románico.
Merece la pena la visita a las cercanas ruinas del Monasterio de Santa María de Moreruela, que fue un principal monasterio medieval y del que queda poco más que los restos de la enorme iglesia románica, de gran belleza.

El Monasterio de Moreruela lo fundaron San Froilán y San Atilano, obispos de León y de Zamora, hacia el año 900. De ellos queda poca historia pero muchas leyendas. Empezando por la fundación del primitivo monasterio...

Ábside del monasterio de Moreruela
Se dice que el mismo Almanzor destruyó el monasterio en una de sus correrías, pero Froilán y Atilano, gracias a la aparición de un arcángel, supieron del ataque por anticipado y consiguieron huir llevándose con ellos la imagen de la Virgen para que no fuera profanada. El Señor, por medio del ángel, les pidió que predicarán por ahí hasta toparse con un león al lado de un árbol grande y una piedra con un hueco para esconder la imagen, y que en ese punto comenzaran la obra de un nuevo monasterio.  Es una historia imposible porque, aunque aceptásemos la cuestionable intervencion del arcángel y demás... las fechas no coindicen, ya que Almanzor destruyó el monasterio hacia el 980.

San Froilán y el lobo
A San Froilán, que terminó siendo obispo de León, se le suele representar con un lobo:  Cuenta la leyenda que se ayudaba de un asno para acarrear piedras en la construcción de una ermita. Un día un lobo atacó y devoró al animal. El santo recriminó al lobo y le obligó a sustituir al borrico llevando las piedras hasta la conclusión de la ermita.  Otra versión dice que amansó al lobo y que le colocó las alforjas del asno, y que el lobo ya jamás se separó de él, caminando siempre pegado a su pierna derecha.

Y las leyendas de San Atilano merecen tambien la pena:  Le nombraron obispo de Zamora el mismo día que a San Froilán obispo de León y ese día se apareció el Espíritu Santo. También se dice que huyendo de los musulmanes el puente del Duero se hundió tras ser cruzado por el santo, pereciendo así los moros perseguidores.
Anillo de San Atilano

Se cuenta también que San Atilano peregrinó a Jerusalén, en penitencia por sus pecados y para pedir la ayuda de Dios por las incursiones de los moros. Cuando abandonaba la ciudad, al cruzar el puente arrojó su anillo de obispo al Duero, con la esperanza de recuperarlo algún día como prenda segura del perdón obtenido. Tras dos años, vuelve como peregrino de incógnito a Zamora y recibe hospedaje muy cerca, en la ermita de San Vicente de Cornu. Preparando la comida, abre un barbo recibido de limosna y dentro encuentra su anillo. Las campanas de la ciudad repicaron solas, y ante los zamoranos que acudieron a recibirle jubilosos, avisados por tal prodigio, apareció revestido milagrosamente con los ornamentos episcopales. El anillo se sigue venerando como una reliquia sagrada, en la iglesia de San Pedro y San Ildefonso de Zamora, donde está enterrado... parte de él.

Iglesia de San Pedro y San Ildefonso
En esa iglesia, se descubrieron los restos de San Ildefonso (muy importante santo por aquella época) en el siglo XIII, que siempre fueron reclamados por Toledo, con tanta insistencia que se llegó a fundar una cofradía para protegerlos, la Real Cofradía de Caballeros Cubicularios de Zamora.
Pero el caso es que los toledanos consiguieron robar parte de las reliquias... confundidas. Que no resultaron ser de San Ildefonso, sino de San Atilano. Así que por eso el cráneo de San Atilano sigue depositado en la Catedral de Toledo.

Seña Bermeja
En la ciudad de Zamora, logicamente hay que visitar la catedral y el circuito de iglesias románicas. Y siempre hay alguna historia curiosa y alguna leyenda interesante.

Por ejemplo, la historia de la curiosa bandera de Zamora, llamada la "seña bermeja" que no es una bandera como las demás, sino 8 tiras de tela rojas y una verde, cosa única en España y que la tradición dice que procede de Viriato, el legendario guerrero lusitano que cada vez que vencía en una batalla a los cónsules romanos desgarraba una tira de tela de su roja capa y la anudaba a su lanza. La tira verde la añadió Fernando el Católico por el apoyo de los zamoranos en la Batalla de Toro, añadiendo a las tiras rojas un fajín verde que llevaba.
 
Hablando de Viriato... Uno de los símbolos de Zamora es la estatua de Viriato situada en el centro monumental, en la Plaza del mismo nombre.  Ciertamente, la estatua es magnífica.  Y vista desde un perspectiva determinada, el pomo de la lanza puede confundirse con otra cosa, para regocijo de zamoranos y visitantes...

martes, 30 de octubre de 2012

La ciudad de los muertos. Cementerio de la Almudena, leyendas



Llega el tiempo en el que los muertos y los vivos se acercan: El Día de Todos los Santos, La Noche de Difuntos, Halloween, Samhain...

Tradiciones milenarias que merecen un pequeño relato acerca de uno de los sitios más espectaculares de Madrid:  El cementerio más grande de España y de Europa.  Una curiosa arquitectura modernista que da un cierto escalofrío, un mar de sepulturas de todo tipo y ni más ni menos que 5 millones de "habitantes".  Más muertos en el gigantesco cementerio que vivos en la Comunidad de Madrid.

Si uno no tiene miedo a enfrentarse con el Destino... es una visita impresionante:   Como en toda gran ciudad, hay distintas zonas... Unas con sepulturas y panteones de una gran belleza y otras zonas bastante degradadas, pero en todo caso nos encontraremos con infinitos detalles curiosos (personajes famosos allí enterrados, sepulturas extrañas, epitafios extravagantes, panteones lujosos, etc)

Existen muchísimos monumentos funerarios de gran valor estético, que justificarían la visita... si uno supera el temor que infunde el Más Allá.  Pero el miedo más justificado es a perderse en el inmenso laberinto de nichos y sepulturas. De vez en cuando alguien se queda allí perdido tras la hora de cierre.

Y tantas y tantas historias que rodean el lugar y que nos ponen los pelos de punta.  Unas son historias verídicas, macabras y crueles.  Otras son leyendas fantásticas y tenebrosas...

Aquí ocurrieron muchos de los espantosos crímenes de Francisco García Escalero "el Matamendigos", un desequilibrado asesino en serie que hace pocos años mató y mutiló a 14 personas, y que practicaba la necrofilia y el canibalismo en este mismo lugar.  Hay quien asegura que se oyen espantosos gritos cerca de donde aparecieron destrozadas algunas de sus víctimas.

En la Guerra Civil y en la Posguerra murieron fusiladas en las tapias del cementerio unas 2500 personas, de un bando y de otro. Primero la barbarie de los republicanos más extremistas y luego la represión franquista tiñeron de sangre las viejas tapias de ladrillo. Aquí tuvo lugar el fusilamiento de las Trece Rosas:
http://losojosdehipatia.com.es/cultura/historia/las-trece-rosas/


Y, aunque quizá den menos miedo que esos hechos reales, existen unas cuantas leyendas espeluznantes...

Sobre la cúpula de la extraña capilla de la entrada hay una estatua de un ángel sentado, que parece estar esperando impasible, con una trompeta sobre su regazo.  Los madrileños le llaman Fausto.  La leyenda cuenta que si alguien escucha el sonido de su trompeta significa que su propia muerte le acecha o la de alguna persona querida.
Se dice que el ángel Fausto tenía la trompeta en la boca en un principio, y que sonaba a veces, provocando el pavor de quien la escuchaba. Así que por superstición reformaron la estatua y se la reubicaron sobre las piernas. Pero aún así, el instrumento continúa sonando, sobre todo por las noches.

Una línea de autobús cruza el gigantesco cementerio, es la número 110.  Tiene 13 paradas dentro.  Una leyenda urbana asegura que, por las noches, en los últimos viajes, cuando ya no hay apenas viajeros, a veces se enciende la luz de "Parada Solicitada"... aunque el autobús esté completamente vacío.

















sábado, 27 de octubre de 2012

Leyendas del Valle del Jerte (II) Seres mágicos



No sólo es un bonito lugar que merece la pena visitar,  se trata de un sitio casi casi mágico...


El Valle del Jerte es bastante cerrado, resguardado del calor y el frío extremos, de una vegetación frondosa, con abundante agua que baja desde las sierras de Tormantos y Traslasierra en cristalinas gargantas. 

Especialmente recomendable para el caminante es la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos: Naturaleza en estado puro, atravesada por la Ruta de Carlos V y con un lugar famoso por su belleza y perfecto para darse un baño en sus frías aguas:  Los Pilones.

Es una sucesión de Marmitas de Gigante (ese es su nombre científico, no es que existiese allí ningún ogro tipo Shrek) excavadas durante milenios en la roca por una garganta o torrente de montaña, que en el verano se convierten en piscinas naturales o jacuzzis al aire libre de aguas frías y cristalinas. Todo un parque acuático natural al que se llega tras una dura caminata.

En ese valle tan especial, existen multitud de leyendas y tradiciones relacionadas con el agua.  Raro es el pueblo en el que no existe una fuente milagrosa con propiedades curativas.

 Y se supone que ninfas, damas encantadas y genios acuáticos habitan en las aguas jerteñas.

Y en los bosques, las cuevas y los rincones oscuros de las casas viven otros seres mágicos, unos monstruosos y otros casi amables:  El Jáncano, La Jáncana Rabúa, El Gruño, El Zamparrón, La Pomporrilla, La Chancalaera...

El Gruñu o Gruño es un ser monstruoso que vive en las cuevas y merodea de noche por lo más oscuro de los bosques.  Si un caminante pasa cerca de él, le maldice y le echa mal de ojo.  Entonces el caracter de la persona cambia de pronto y ser vuelve taciturno, torvo y malhumorado.  Su nombre viene de los ruidos guturales que produce.

Menos maligna es La Pomporrilla que es un pequeño duende doméstico femenino, de aspecto desagradable (piel oscura y arrugada, flaca, con la boca hundida y casi desdentada, pelo greñoso y una sola teta colgante) que se dedica a cambiar de sitio los enseres, herramientas y objetos de la distintas habitaciones de la casa. Su alimento preferido son las castañas que se secan en el doblao o sobrao de las típicas viviendas jerteñas

Y para monstruo terrible ¡el Zamparrón!  Aunque es conocido en media España como Zampón o Tragaldabas, la leyenda del Valle del Jerte no tiene desperdicio:  Tiene este ser legendario el poder de estirar y encoger su cuerpo a voluntad, lo que le permite entrar en las casa por cualquier resquicio para saciar su enorme voracidad... comiendo niños, que es su alimento favorito.
Según el cuento del Valle, el Zamparrón se comió a dos hermanas, logrando huir la tercera junto a su abuela.  Tras pedir auxilio, el Zamparrón se traga primero a una pareja de guardias civiles y luego a todo un regimiento de soldados (qué indigestión).  Al final es vencido por una hormiga que se le mete en una oreja ¿?

Más sobre hormigas:  Quedan los recuerdos de varios pueblos abandonados en el Valle (Asperilla, Peñahorcada, Ojalvo, Vadillo...).  Bien, pues en la mayoría de los casos las leyendas cuentan que fueron abandonados por una invasión de hormigas que destrozaron cosechas y hasta las casas... Curioso

Y más, muchas más historias curiosas hay en el Valle:  De la invasión napoleónica en Jerte y El Torno, de la hija que amamantaba a su padre preso por la Inquisición en Navaconcejo, de Cristos y Vírgenes milagrosos en Cabezuela, Tornavacas y Jerte, de tesoros escondidos bajo grandes piedras, etc, etc.

Pero ciertamente, lo que merece la pena de verdad, es caminar por los campos y los bosques de ese valle tan hermoso... y tan mágico.












sábado, 20 de octubre de 2012

Leyendas del Valle del Jerte (I)

He tenido la ocasión este verano y otoño de recorrer caminando varias rutas por el hermoso Valle del Jerte, en Cáceres, que es sin duda uno de los sitios más especiales de España, famoso por sus cerezas pero que ofrece mucho más.

Su clima templado, su gran belleza natural y una infinidad de senderos entre sus gargantas y sus suaves montañas, lo hacen el sitio ideal para los amantes del senderismo y la naturaleza. Sobre todo en verano por sus laderas frescas y frondosas con abundantes fuentes y numerosos sitios para un baño refrescante.

Y como casi todos los valles, es una tierra llena de leyendas de todo tipo:  Religiosas, románticas, de criaturas monstruosas, de batallas legendarias...


Una leyenda tan hermosa como falsa dice que hace siglos un poderoso Zar ruso se retiró del mundanal ruido en estas tierras y mandó plantar miles de cerezos para que su amada esposa disfrutase del añorado espectáculo de las montañas cubiertas de nieve de su tierra... aunque el maravilloso fenómeno de la floración de los cerezos solo ocurra unos días al año.

Comienza el Valle del Jerte en las alturas del Puerto de Tornavacas, que debe su nombre a una leyenda más o menos histórica, referente a la batalla de la Vega del Escobar en el siglo X. Una batalla tan cruenta que dicen que la sangre derramada impregnó la tierra y por eso en aquel paraje solo crecen escobas y piornos....

Cerca del actual pueblo de Tornavacas (antes Villaflor de las Cadenas), las huestes del rey leonés Ramiro II, que querían conquistar el Valle del Jerte, entablaron una dura contienda con los moros, quienes pusieron en grave apuros a los combatientes cristianos. Del mal trance vinieron a sacarles los vaqueros de las sierras cercanas, que recurrieron a la estratagema, utilizada ya por los cartagineses, de colocar teas encendidas en los cuernos de las vacas, muy abundantes por la zona, y soltarlas por la noche en dirección al ejército musulmán.
Tornavacas y el Valle del Jerte, desde el Puerto

Al contemplar tan grande cantidad de luces, los sarracenos pensaron que descendía un gran ejército en ayuda de los cristianos, huyendo despavoridos en dirección a la salida del valle, lo que hoy es Plasencia.

Las vacas, con las teas encendidas se dispersaron en la noche. Pero al amanecer, guiados por el instinto, los animales volvían a sus lugares de pastoreo, y de ahí que la tradición dice que el mismo rey Ramiro II al verlas llegar pronunciara la frase “Ya tornan las vacas”.


Ya tornan las vacas
Vedlas por los bancales
Tras la noche fuego
Regresan los animales

Ya tornan las vacas 
Con las teas humeantes
De asustar a los moros 
De llevárselos por delante

Y en el Valle del Jerte tambien existen cuentos e historias sobre seres legendarios, que serán objeto del próximo artículo...  No se lo pierdan:
http://mtogetafe.blogspot.com.es/2012/10/leyendas-del-jerte-ii-un-valle-magico.html

jueves, 27 de septiembre de 2012

La cripta encantada. Hospital Tavera - Toledo


El Hospital de Tavera u Hospital de Afuera, no es uno de los sitios más visitados de Toledo.  Se encuentra fuera de los circuitos turísticos, pero es un importante edificio del siglo XVI, antiguo Hospital y Palacio de los Medinaceli. 

Alberga una grandiosa iglesia renacentista, solo superada en su estilo por la de El Escorial  (aunque es "solo" una capilla).  Y debajo de la iglesia se encuentra uno de los lugares más impresionantes de Toledo (y mira que hay unos cuantos)...

Se desciende en penumbra por una larga y tenebrosa escalera de piedra y se llega a una gran cripta subterránea, lugar de enterramiento de los miembros de la Casa de Medinaceli.  Estamos muy por debajo del nivel de la calle y nos aguarda una sorpesa acústica increible.  Una sensación que hay que experimentar situándose en el centro de la cripta, a ser posible en soledad y silencio.  Realmente mágico e inolvidable.


Se dice que la asombrosa acústica del lugar se debe a la perfección absoluta de la bóveda de la cripta, pero... ¿Es fruto de la casualidad?  ¿Hace casi quinientos años los maestros constructores tenían tal dominio del sonido?  ¿Se buscaba impresionar al visitante o hubo alguna otra razón para construir una cripta tan profunda, tan inmensa, tan perfecta? Un misterio

Merece la pena ver el sepulcro del fundador, el Cardenal Tavera que es obra de Alonso Berruguete, una escultura maravillosa en mármol de Carrara,
Y una curiosidad:  Un retrato de El Greco del propio Cardenal, con una inconfundible cara de muerto.  Cosa lógica porque se pintó más de 60 años después de su muerte, y el pintor se basó en una mascarilla de yeso que hicieron al cadáver, que sirvió de modelo para la escultura de la tumba y que aún se conserva.

Como muchos viejos edificios toledanos, el lugar tiene su propio fantasma, que de vez en cuando se dedica a asustar a las empleadas de la limpieza.   Se dice que es el mismo Alonso Berruguete, que falleció en una habitación del Hospital dejando sin terminar el sepulcro del Cardenal. ¿Será que vuelve del más allá a contemplar su última obra?









viernes, 7 de septiembre de 2012

La maldición del Bú 2.0

RELATO GANADOR DEL  PRIMER CERTAMEN DE CUENTOS Y RELATOS DE TERROR TOLEDANO, http://www.rutasdetoledo.es




LA MALDICIÓN DEL BÚ 2.0



“La mejor vista de Toledo”, “un lugar mágico”, “energía positiva”… por todas esas cosas y por una bonita leyenda de amores moros había decidido llevar allí a la mujer que le había enamorado y con la que intentaba empezar una relación.



Había leído en el blog de su amigo Mariano, amante de Toledo y sus leyendas, un artículo sobre un sitio mágico desde el que se dominaba toda la ciudad y sobre el que se contaba la leyenda de un príncipe moro que amó a una mujer y a la propia ciudad de Toledo hasta más allá de la muerte…






Decidieron hacer una visita a la milenaria ciudad. Y habían subido hasta la Peña del Rey Moro, justo encima de la Ermita de la Virgen del Valle. Así llamada por un peñasco con forma de hombre con turbante, un antiguo sepulcro tallado en la roca y una hermosa leyenda medieval de guerra, amor y muerte.



Allí vivieron unos momentos mágicos. Sintieron unas sensaciones únicas, amándose bajo el tibio sol invernal con una maravillosa vista de la ciudad  al fondo.  El tiempo se detuvo y el espacio dejó de existir.  Pasaron las horas sin querer, tumbados en la plana superficie de la piedra donde siglos atrás el príncipe moro llorara la muerte de su amada.

Bajaron de la peña y siguieron su ruta por la carretera del Valle. Muy cerca de allí había otro cerro, con menos vegetación y un poco menos de altura.  Se veían en la ladera restos de construcciones o de excavaciones. Él quiso ascender también a su cima para ver el panorama.  La tarde estaba cayendo sobre la ciudad y empezaba a observarse ese resplandor rojizo que llena de magia el atardecer toledano.

Con la resistencia de ella, iniciaron la corta subida desde la carretera sorteando viejas piedras desprendidas de construcciones olvidadas.  Llegaron a la cima de aquel cerro pelado, donde quedaban los vestigios de alguna vieja torre o atalaya.  El panorama era igualmente bellísimo:  Hacia el río Tajo se precipitaba vertical en un tremendo acantilado.

Volvieron a fundirse en un beso largo, mientras notaban cómo se levantaba de repente un viento frío, muy frío.  Cuando separaron sus rostros, él creyó ver una expresión rara en los bellísimos ojos de su amada, un brillo extraño, tan helador como ese viento repentino.

Se apresuraron a descender del pequeño monte antes de que cayese la noche.  Volvieron a su vehículo, con una extraña sensación. Habían vivido una bella tarde en aquellos parajes pero había algo más, algo incomprensible.

Pasaron los días y el hombre no paraba de recordar aquellos momentos vividos en la Peña del Rey Moro.  Pura magia. Volvió a Internet y al blog de su amigo, para refrescar sus recuerdos y quizá para poner algún comentario positivo de su experiencia.  Pero lo que halló en el blog le hizo sentir un escalofrío: Un artículo sobre aquel segundo cerro visitado. Se trataba del Cerro del Bú.  Y concentraba un puñado de leyendas todas tenebrosas, de diablos, de sacrificios humanos, hechiceros y cuevas encantadas…


Pero lo que más le impactó fue la maldición que decía que si dos amantes se besaban en aquella montaña, terminarían odiándose.

Aquella noche se consumió entre terribles pesadillas acerca de aquel lugar…

 En sueños fue trasladado a un pasado remoto, antes de la historia, antes del nacimiento de la antigua Toledo.  Vio un pueblo primitivo y feroz que ocupaba el cerro.  Participó en una obscena ceremonia donde adoraban a un grotesco ídolo de piedra, con rasgos medio humanos medio animales, de grandes cuernos y deforme cuerpo. A él se dirigían con un sonido gutural, casi animal, algo así como “guu” o “buu”.

A la luz de grandes hogueras, al son de destemplados tambores, aquellos seres salvajes se entregaban a una orgía de sangre y sexo animal.  Sobre un ara de piedra toscamente tallada extendían los cuerpos de sus jóvenes víctimas, a las que degollaba un chamán o sacerdote con una piedra de filo cortante.  Su sangre fluía por unas hendiduras de aquel horrible altar y terminaba en una especie de pila o recipiente de piedra, donde la recogían los vociferantes miembros de la tribu, que se embadurnaban con ella para a continuación abandonarse a una orgía de sexo y violencia. Las vísceras de las víctimas eran extraídas y depositadas a los pies del horrible ídolo de piedra.

Irrumpieron en la siniestra ceremonia una multitud de antiguos soldados, bien equipados con cortas espadas y pesados escudos, que asesinaron uno a uno a aquellos salvajes.  El último en caer fue el líder o chamán, que con los ojos desorbitados lanzaba horribles maldiciones.  El ídolo de piedra fue derribado y arrojado por el precipicio, los cadáveres amontonados y quemados, las toscas construcciones que ocupaban la cima fueron incendiadas.

Sintió cómo el silencio y el abandono se apoderaron de la pequeña montaña. Y durante cientos de años aquel fue un lugar sombrío, solitario y maldito.  Mientras tanto, la población prosperaba al otro lado del turbulento río.
 
Siguió vislumbrando en sueños escenas tenebrosas: 

La tierra se abría y el mismo infierno con sus demonios surgía de las entrañas del Cerro, tragándose a quien osaba desafiar a las fuerzas del mal.

Un anciano hechicero vivía en una angosta cueva.  Adivinaba el futuro y preparaba extrañas pociones para reyes y señores de Toledo.

De un viejo torreón en la cima brotaba el rojizo resplandor de los infiernos, aterrorizando a los habitantes de la ciudad en oscuras noches de tormenta.

En una cueva enorme y oculta, excavada en la roca del cerro, se ocultaban inmensas riquezas y una extensa estancia destinada a acoger a los poderosos de una nación amenazada. Aquella caverna fue olvidada para siempre y allí continúa un fabuloso tesoro, en las entrañas de la roca.

Y un sinfín más de visiones inconexas, siempre en el escenario del solitario Cerro del Bu: Visiones de seres de pesadilla, maléficos, deformes.  Oscuras maldiciones.  Ritos extraños. Terribles venganzas y asesinatos.  Siempre con el fondo de aquel primitivo brujo que maldijo para siempre la montaña…

Despertó bañado en sudor, tembloroso y con el corazón acelerado.  Inmediatamente sonó su teléfono móvil.  Era su amada que entre gritos, insultos y acusaciones injustas, daba por terminada su relación para siempre y cambiaba su amor por un odio irracional.  Es como si la maldición del Bú se hubiese llevado a cabo.

Parecía que la cabeza le iba a estallar.  Un dolor agudo le oprimía las sienes y no le dejaba pensar, pero un impulso extraño e inconsciente le impulsó a tomar su coche y a conducir como un loco hasta Toledo, hasta la Carretera del Valle, justo hasta la curva del puente sobre el Arroyo de la Degollada.

Bajó del vehículo y ascendió como un poseso al Cerro del Bú.  Llegó jadeando a la cima y se situó al borde del precipicio que cae sobre el rio Tajo.  Cerró los ojos y, en silencio, invocó al ancestral dios de aquella perdida tribu.  Le suplicó y le ofreció cualquier cosa a cambio del amor de aquella mujer de bellos ojos. Su alma, su vida, todo.

De pronto, su cuello se rasgó y brotó un chorro de sangre, como si un arma invisible y cortante le hubiese degollado.  

El cuerpo moribundo del hombre cayó hacia delante, hacia el profundo acantilado que da al río Tajo.  Allí se estrelló contra las rocas y quedó transformado en una masa deforme y sangrante.  Su sangre formó un reguero que se escurrió entre las piedras y penetró por una rendija, goteando sobre una extraña roca enterrada con una forma muy particular, que no parecía ser obra de la naturaleza:  Eran los restos de un ídolo antiguo, un maléfico dios olvidado. El Bú volvía a recibir su tributo de vida y de sangre.

Aquella noche se desató una gran tempestad sobre Toledo y muchos toledanos aseguraron ver un resplandor rojizo en la cumbre del Cerro del Bú.  Incluso alguno afirmó ver extrañas figuras como envueltas en fuego.  También hubo quien dijo haber oído unas sonoras carcajadas entre el ulular del viento… 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La leyenda de Wamba. Y la iglesia de los mil esqueletos


Un pueblecito muy cerca de Valladolid con un nombre curioso. El único en España que empieza con W. Con nombre de rey godo.  Una importante e histórica iglesia y varias historias y leyendas.

Dice la historia que este pueblo se llamaba Gérticos y aquí murió en el año 672 el rey visigodo Recesvinto. mientras descansaba en una supuesta villa de recreo.  La tradición mandaba que se eligiese al siguiente monarca en el mismo lugar donde falleció el anterior, así que el mismo día del funeral se eligió a Wamba, al que se le ha llamado "el rey que no quiso reinar" porque en principió rehusó el cargo argumentando su elevada edad. Al final el pueblo tomó el nombre del rey elegido.

Pero hay otras versiones, quizá menos reales pero legendarias y novelescas...

Una versión dice que fallecido el rey Recesvinto, había que buscar un sucesor y la leyenda decía que se le encontraría comiendo sobre una mesa de hierro.  Una comitiva de nobles y soldados salió en su busca y tras mucho recorrer encontraron a un campesino llamado Wamba comiendo sobre su arado en un remoto pueblo de la Serranía de Ronda (hoy Pujerra, Málaga).  A pesar de la insistencia de la comitiva, Wamba se resistió a ocupar tal puesto, alegando su avanzada edad y su poca cultura.
Finalmente, dejó la cuestión a la voluntad divina, diciendo: 
"Cuando este aguijado que tengo en la mano florezca seré yo Rey de España"
Acto seguido, clavó la vara en la tierra que inmediatamente  reverdeció cubriéndose de verdes hojas y blancas flores.  Aquello fue interpretado como que Dios había elegido a aquel humilde hombre para reinar en España.  Por supuesto, ya no se pudo negar.

Otra versión dice que era uno de los hijos de Recesvinto, que fue abandonado en estas tierras para que aprendiera a ganarse la vida con el trabajo de sus manos. Y que tras la muerte de su padre vinieron a buscarlo para coronarlo, aunque él había olvidado sus orígenes.

Tanto Recesvinto como Wamba fueron enterrados en un antiguo monasterio, origen de la antigua iglesia de Santa María.  Un templo muy interesante, mozárabe y románico, de origen visigodo.  Reconstruido por los Caballeros Hospitalarios en el siglo XII, fue monasterio hasta el siglo XIX, merece la pena visitarse porque en los restos del claustro alberga algo verdaderamente único ...

El osario visitable más grande de España, donde se apilan más de mil esqueletos, aunque hubo muchos más. (El doctor Marañón se llevó dos camiones enteros de huesos para su estudio en las Facultades de Medicina) La huesera está llena de tibias, fémures, omoplatos y calaveras desde el suelo hasta el arranque de la bóveda.

No hay acuerdo sobre su origen, hay varias hipótesis:  Sepulcro de los monjes, guerras, pestes, la unificacion de varios cementerios, etc.  

La tesis más extendida es que desde el siglo XII fue el depósito final de los restos de los monjes y de los enfermos atendidos, por falta de espacio.  Era este monasterio un lugar de retiro, donde se enterraba a los difuntos con un ritual de pudridero y posterior veneración de los restos.

Un lugar impresionante, siniestro, sobrecogedor.  Una inscripción reza...

"Como te ves, yo me vi,
como me ves, te verás.
Todo acaba en esto aquí.
Piénsalo y no pecarás"

Y un sitio no apto para personas muy sensibles o escrupulosas.  Porque, a pesar del paso de los siglos... aún huele a muerto.