martes, 17 de enero de 2012

La iglesia de San José de Madrid y la Dama del Carnaval

Tengo la suerte relativa de recorrer cada día el Retiro y/o el primer tramo de la calle Alcala. Naturaleza urbana o arquitectura espectacular. Largas caminatas diarias pero por sitios apasionantes.  Un consuelo.Y en la calle Alcalá, entre magníficos edificios de todo tipo está la joya del Barroco madrileño: la semidesconocida iglesia de San José.
Está justo en el comienzo de la Gran Vía, de hecho se salvó por los pelos de ser derribada para construir ésta.
Un arquitecto inepto cometió la tontería de igualar la la fachada con los edificios vecinos y así quedó medio camuflada, casi escondida. En cualquier otro sitio sería un monumento de primer nivel, pero en el centro de Madrid pasa casi desapercibida.
El interior de la iglesia de San José es una maravilla, son tan abundantes las pinturas y las tallas religiosas que es todo un museo de pintura y escultura religiosa, especialmente del siglo XVIII.  Por destacar algo que me gustó especialmente...



Un impresionante Cristo Crucificado, en una capilla curiosamente acondicionada para la lectura. Está acompañada de un relicario con un lignum crucis (Otro más.  Sabido es que si se juntasen todos los supuestos trozos de la Cruz tendríamos un bosque de cruces)















La capilla de Santa Teresa que es una iglesia en sí misma, con su propia cúpula magnificamente decorada y con esculturas y cuadros de gran valor. Una maravilla.

Hay que fijarse tambien en las magníficas lámparas de bronce que cuelgan del techo y alumbran la iglesia.

 Os dejo un buen artículo con muchas fotos... http://www.foroxerbar.com/viewtopic.php?t=10125
Pero merece la pena visitar en persona este monumento que no es demasiado conocido (y es gratis, ojo)

Relacionada con esta iglesia es esta leyenda que se remonta al año 1853...


 Un joven diplomático inglés fue invitado a una fiesta de carnaval a un lujoso palacio propiedad de unos aristócratas.
Por causa del idioma y de su timidez, el hombre se hallaba algo aburrido y pensaba en marcharse de la fiesta hasta que, justo al sonar en el reloj las 8 de la tarde, entró una joven mujer vestida de negro, muy bella, muy pálida y con el rostro oculto tras un antifaz.  La misteriosa dama se dirigió al joven y le rogó que la sacara a bailar, aceptando éste encantado.
Bailaron y bailaron, emocionados, toda la noche.  El inglés se sorprendió de que el cuerpo de la muchacha estaba muy frío, a pesar de llevar horas bailando.  


Al final del baile la muchacha pidió al diplomático que la acompañase a cierto lugar
y pese a que solo sabia de ella que era condesa, el diplomático decidió seguirla.  Cuando pasaban por delante de la iglesia de San José la joven suplicó al inglés que la acompañase hasta el interior.  Aunque éste se resistió, terminó entrando al oscuro interior de la enorme iglesia, donde había un féretro cerrado cerca del altar mayor. Entonces, la enigmática mujer le comunico que no volverían a verse porque aquel sarcófago contenía su propio cadáver y que su funeral tendría lugar al día siguiente
. El inglés se sintió horrorizado y, sin darle tiempo a reaccionar, la mujer desapareció sin dejar rastro.

Quedó el inglés confuso, sin saber si todo aquello había sido una broma macabra o producto del alcohol.  Pero a la mañana siguiente volvió a la iglesia donde encontró gran número de personas enlutadas que estaban celebrando un funeral.  Avanzó tembloroso hacia el ataud y comprobó que dentro estaba el cadáver de la joven con la que había pasado la noche.

El inglés, al borde de la locura, salió hacia la puerta de la Iglesia, donde una joven, sorprendida al verle, le preguntó:

- ¿Conocías a la difunta? Porque era mi prima, y me había confesado en secreto que estaba enamorada de tí, del inglés que llevaba ya varios meses en Madrid. Me dijo que te veía de lejos en los bailes, pero que jamás se atrevió a acercarse a ti.
- Pues lo hizo anoche, en un baile. Se me acercó y bailamos toda la noche…
- Eso es imposible, ella murió a las 8 de la tarde.
- ¡No puede ser, si justo a esa hora entró en el salón para sacarme a bailar!  
Y en ese momento los dos se dieron cuenta de que la muchacha, al morir, mandó a su fantasma a hacer lo que no se había atrevido a hacer en vida: presentarse ante el chico que le gustaba y sacarlo a bailar…

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