miércoles, 15 de agosto de 2012

El rey pescador. Las Pesquerías Reales

El mito medieval del Rey Pescador es un conjunto de leyendas artúricas de gran belleza y simbolismo:  El Rey Tullido o Herido, guardian del Santo Grial, que agoniza junto a su reino a la espera de un caballero que le haga la pregunta adecuada...

Pero en este caso no me refiero al rey legendario, sino a uno mucho más cercano y conocido:  Carlos III, el artífice de las Pesquerías Reales.

El rey Carlos III fue sin duda un buen rey, comparado con la mayoría de sus lamentables antecesores y sucesores.  Pero se ignora que era un cazador y pescador infatigable.  Tanta era su afición que rozaba la manía y el esperpento.  No podía estar más de dos o tres días sin cazar, porque se sentía triste y deprimido.  En cada salida a cazar por los alrededores de Madrid se movilizaba un verdadero ejército de sirvientes y ayudantes que a veces llegaba a las 2000 personas.  
Apuntaba cuidadosamente sus capturas:  En 1786, dos años antes de su muerte, había cazado la  asombrosa cantidad de 1118 lobos.  Se dice que utilizaba esa afición al aire libre para huir de la locura que habían sufrido su padre y su hermano.

Para facilitar la pesca en el rio Eresma y sus afluentes, en los Pinares de Valsaín, mandó pavimentar y "urbanizar" 10 kilometros del río de montaña, construyendo un cómodo camino por la orilla con grandes piedras talladas, así como represas, puentes y saltos de agua para mejor crianza de las numerosas y afamadas truchas de la zona.

Una obra faraónica y costosísima donde se emplearon a cientos de personas y a los mejores ingenieros de la corte. El resultado es un recorrido de una belleza increible, donde se mezclan la naturaleza serrana, las aguas cristalinas del Eresma y la comodidad del camino que utilizaba el rey para pescar.  Una ruta perfecta para hacer en verano, llena de sombra y frescor.

Aguas abajo se llega a un curioso puente o más bien acueducto que conduce agua sobre el río por unos canales de madera.  Parece enteramente romano y lo primero que uno piensa es que se trata del inicio del Acueducto de Segovia. Pues no, ni hablar, se trata del Puente de los Canales, es de la época de Carlos V y servía para abastecer de agua a los jardines y estanques del Palacio de Valsaín, desaparecido en un incendio y del que apenas quedan ruinas.

Se da la circunstancia de que los animales exóticos con los que eran obsequiados los reyes eran traidos a ese lugar, por lo que no era raro ver allí leones, cebras y hasta un elefante.



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