sábado, 24 de noviembre de 2012

Monjas endemoniadas. Historias del Convento de San Plácido

El Convento de San Plácido es una de las joyas ocultas del Barroco madrileño, es de difícil acceso y concentra varias historias curiosas y leyendas, así como muy importantes obras de arte.

Fundado en 1623 con el nombre de Monasterio de la Encarnación por Don Jerónimo de Villanueva, ministro del rey Felipe IV, en unas casas de su propiedad para que entrase como abadesa su prometida Doña Teresa Valle de la Cerda y Alvarado, una importante dama que se arrepintió pocos días antes de la boda.

Fue habitado por jóvenes monjas de clausura de la Orden de San Benito, de durísimas normas.  En 1625, una tras otra, la mayoría de las monjas empiezan a mostrar claros síntomas de posesión diabólica:  Gritos desgarradores, convulsiones por los suelos, temblores, dolores, ojos en blanco... Hasta la abadesa parecía poseída. La noticia de las monjas endemoniadas se difunde por todo Madrid e inmediatamente la Santa Inquisición toma cartas en el asunto interrogando a veces bajo tortura a todas las monjas, a los curas confesores y al monaguillo.

Tras largos interrogatorios en los que las monjas declaran con todo detalle la intervención de un demonio jefe llamado Peregrino, se juzga que el origen de los hechos está en el confesor, Francisco García Calderón, un joven y apuesto fraile que ya había sido condenado por pertenecer a la secta de los Iluminados. Queda demostrado que el sacerdote había tenido "trato carnal" con la mayoría de las monjas (solo se salvaron las más viejas y feas), convenciéndolas de que no había pecado en las relaciones sexuales siempre que se hiciesen con amor hacia Dios.

El fraile se salvó de la hoguera por confesar sus culpas, pero fue condenado a prisión perpetua. La abadesa fue condenada a reclusión en el convento de Santo Domingo de Toledo, siendo repuesta en su cargo pocos años después y las monjas fueron desperdigadas por varios conventos, aunque la mayoría terminaron regresando al controvertido convento de San Plácido, que años después fue escenario de otra historia extravagante, mezcla de leyenda y realidad y que hizo reabrir el proceso...

Es sabido que el rey Felipe IV era mujeriego, fiestero y caprichoso.  Enterado de la belleza de una novicia de San Plácido, se propuso seducirla.  Comenzó a frecuentar el convento junto con Jeronimo de Villanueva y el Conde Duque de Olivares, e hizo que le presentasen a la muchacha para ir ganando su confianza.
Una noche, cuando la joven y bella novicia estaba a punto de sucumbir al acoso real, el rey y sus acompañantes entraron al convento por una carbonera de la casa vecina, pero se encontraron el lúgubre escenario de que la hermosa joven yacía en un negro túmulo mortuorio flanqueado por velones encendidos.  Todo era una estratagema montada por la abadesa fundadora, Doña Teresa.  Los conspiradores huyeron descompuestos mientras la espabilada abadesa y sus monjas tuvieron motivo para reirse del desengaño al que habían sometido al monarca lujurioso y sus aduladores.

El suceso llegó tambien a oidos de la Inquisición que incluso amonestó seriamente al rey y procesó a Jerónimo de Villanueva.  Quizá por eso y quizá por desagravio, la leyenda afirma que Felipe IV hizo 2 regalos al convento: Un reloj para la fachada, cuyas campanadas sonaban a muerto  y una pintura magnífica, el famoso Cristo Crucificado de Velázquez.

La leyenda dice que el reloj dejó de dar campanadas cuando murió la célebre abadesa, Doña Teresa.  Estuvo en el convento hasta una reforma en 1903.

En cuanto al cuadro del Cristo de Velazquez, tras muchas peripecias se encuentra en el Museo del Prado. Se dice de él que el pintor dio un brochazo involuntario y estropeó parte de la cara del Cristo. Para arreglar el desaguisado pintó esos mechones de pelo que le caen sobre la cara y que dan a la pintura un mayor patetismo.

En cualquier caso, el convento merece una visita porque alberga obras de arte verdaderamente únicas: En el retablo mayor, La Anunciación, un cuadro gigantesco de Claudio Coello, de 7 metros por 4, que es una verdadera maravilla y una obra cumbre de la pintura barroca a nivel mundial;  Tambien hay un Cristo Yacente de Gregorio Fernandez impresionante.  Y la cúpula, y los frescos, y otros retablos...  En fin que es un sitio espectacular y que muy muy poca gente ha visitado.

Una de las manera de vistar el Convento es asistir a la misa de la mañana del domingo, junto con las monjitas de clausura.  Una experiencia increible, la misa en la sala capitular con 13 hermanas que pasan todas los 80 años de edad.







domingo, 18 de noviembre de 2012

Leyendas de Zamora. San Froilán, San Atilano y Viriato

Ruinas del Monasterio de Moreruela
No es Zamora un destino turístico muy visitado, sin duda inmerecidamente. Es una ciudad con gran encanto y con mucho que visitar, especialmente su arte románico.
Merece la pena la visita a las cercanas ruinas del Monasterio de Santa María de Moreruela, que fue un principal monasterio medieval y del que queda poco más que los restos de la enorme iglesia románica, de gran belleza.

El Monasterio de Moreruela lo fundaron San Froilán y San Atilano, obispos de León y de Zamora, hacia el año 900. De ellos queda poca historia pero muchas leyendas. Empezando por la fundación del primitivo monasterio...

Ábside del monasterio de Moreruela
Se dice que el mismo Almanzor destruyó el monasterio en una de sus correrías, pero Froilán y Atilano, gracias a la aparición de un arcángel, supieron del ataque por anticipado y consiguieron huir llevándose con ellos la imagen de la Virgen para que no fuera profanada. El Señor, por medio del ángel, les pidió que predicarán por ahí hasta toparse con un león al lado de un árbol grande y una piedra con un hueco para esconder la imagen, y que en ese punto comenzaran la obra de un nuevo monasterio.  Es una historia imposible porque, aunque aceptásemos la cuestionable intervencion del arcángel y demás... las fechas no coindicen, ya que Almanzor destruyó el monasterio hacia el 980.

San Froilán y el lobo
A San Froilán, que terminó siendo obispo de León, se le suele representar con un lobo:  Cuenta la leyenda que se ayudaba de un asno para acarrear piedras en la construcción de una ermita. Un día un lobo atacó y devoró al animal. El santo recriminó al lobo y le obligó a sustituir al borrico llevando las piedras hasta la conclusión de la ermita.  Otra versión dice que amansó al lobo y que le colocó las alforjas del asno, y que el lobo ya jamás se separó de él, caminando siempre pegado a su pierna derecha.

Y las leyendas de San Atilano merecen tambien la pena:  Le nombraron obispo de Zamora el mismo día que a San Froilán obispo de León y ese día se apareció el Espíritu Santo. También se dice que huyendo de los musulmanes el puente del Duero se hundió tras ser cruzado por el santo, pereciendo así los moros perseguidores.
Anillo de San Atilano

Se cuenta también que San Atilano peregrinó a Jerusalén, en penitencia por sus pecados y para pedir la ayuda de Dios por las incursiones de los moros. Cuando abandonaba la ciudad, al cruzar el puente arrojó su anillo de obispo al Duero, con la esperanza de recuperarlo algún día como prenda segura del perdón obtenido. Tras dos años, vuelve como peregrino de incógnito a Zamora y recibe hospedaje muy cerca, en la ermita de San Vicente de Cornu. Preparando la comida, abre un barbo recibido de limosna y dentro encuentra su anillo. Las campanas de la ciudad repicaron solas, y ante los zamoranos que acudieron a recibirle jubilosos, avisados por tal prodigio, apareció revestido milagrosamente con los ornamentos episcopales. El anillo se sigue venerando como una reliquia sagrada, en la iglesia de San Pedro y San Ildefonso de Zamora, donde está enterrado... parte de él.

Iglesia de San Pedro y San Ildefonso
En esa iglesia, se descubrieron los restos de San Ildefonso (muy importante santo por aquella época) en el siglo XIII, que siempre fueron reclamados por Toledo, con tanta insistencia que se llegó a fundar una cofradía para protegerlos, la Real Cofradía de Caballeros Cubicularios de Zamora.
Pero el caso es que los toledanos consiguieron robar parte de las reliquias... confundidas. Que no resultaron ser de San Ildefonso, sino de San Atilano. Así que por eso el cráneo de San Atilano sigue depositado en la Catedral de Toledo.

Seña Bermeja
En la ciudad de Zamora, logicamente hay que visitar la catedral y el circuito de iglesias románicas. Y siempre hay alguna historia curiosa y alguna leyenda interesante.

Por ejemplo, la historia de la curiosa bandera de Zamora, llamada la "seña bermeja" que no es una bandera como las demás, sino 8 tiras de tela rojas y una verde, cosa única en España y que la tradición dice que procede de Viriato, el legendario guerrero lusitano que cada vez que vencía en una batalla a los cónsules romanos desgarraba una tira de tela de su roja capa y la anudaba a su lanza. La tira verde la añadió Fernando el Católico por el apoyo de los zamoranos en la Batalla de Toro, añadiendo a las tiras rojas un fajín verde que llevaba.
 
Hablando de Viriato... Uno de los símbolos de Zamora es la estatua de Viriato situada en el centro monumental, en la Plaza del mismo nombre.  Ciertamente, la estatua es magnífica.  Y vista desde un perspectiva determinada, el pomo de la lanza puede confundirse con otra cosa, para regocijo de zamoranos y visitantes...