jueves, 29 de marzo de 2012

El tesoro de El Retiro

En Madrid uno se puede encontrar casi de todo, incluyendo un templo egipcio completo (el templo de Debod) y hasta un curioso monumento con un par de esfinges, el pedestal de una estatua a Osiris y algo semejante a un vaso canopo como los de las tumbas del Antiguo Egipto.

Este curioso (y feo con ganas) monumento se encuentra junto al estanque del Retiro, se trata de la Fuente Egipcia:  Fue construida en el siglo XIX en tiempos de Fernando VII, dentro de un intento para adornar el parque que había quedado completamente arrasado en la Guerra de la Independencia.  Originalmente tenía dos norias a los lados y un pequeño estanque donde se vertía el agua extraida.  Posteriormente se eliminaron las norias y se construyó un gran depósito.  Hace ya muchos años que la fuente ya no vierte agua, pero ahí siguen las esfinges (renovadas recientemente en piedra, porque eran de escayola de mala calidad), el pedestal de la estatua y la extraña vasija de piedra que los madrileños bautizaron como "La Tripona".
Una leyenda dice que en sus inmediaciones o incluso en el propio monumento hay escondido un tesoro, con una curiosa historia:
El rey Felipe IV, llamado el Rey Planeta por sus aduladores, mandó construir tanto el Palacio del Buen Retiro como los jardines aledaños en lo que hoy es el Parque del Retiro.  Allí se inviertieron grandes cantidades de dinero y trabajaban miles de obreros, mientras España estaba sumida en una gran crisis, con gran malestar de los madrileños. 
Felipe IV era un gran amante del arte, del teatro y de todo tipo de diversiones, así que en su tiempo se organizaban grandes fiestas y eventos de todo tipo en el Retiro: Representaciones teatrales, corridas de toros y hasta batallas navales en el Estanque Grande.  Se dice que en el transcurso de estas grandes fiestas un pasatiempo era esconder en un lugar secreto un tesoro compuesto de monedas de oro para los hombres y joyas para las damas.  Los invitados reales y los nobles de la corte, entre risas, bromas y encuentros amorosos se dedicaban a su búsqueda.  Pero una noche el tesoro, que era mayor que nunca, se encondió tan acertadamente que no lo encontró nadie y dio la casualidad de que la persona encargada de esconderlo y que era la única que conocía su paradero murió de repente.  Al principio se buscó afanosamente, incluso se pusieron guardias para saber si alguien lo encontraba, pero poco a poco fue cayendo en el olvido.
Más de 100 años después, cuando se construyó la Fuente Egipcia, surgió la leyenda popular de que un tesoro estaba escondido cerca o incluso dentro de "La Tripona".  Hay quien asegura que muchas veces se han buscado sin éxito cosas de valor en el entorno del Estanque, hasta hace pocos años.  Tambien dice la leyenda que el tesoro cambia de lugar misteriosamente y por eso no se ha encontrado nunca.
En 1968 se encontró, en la puerta lateral del parque, un tesoro que valía 300.000 pesetas de aquel año, compuesto por 59 monedas de oro y plata, dos monedas de Carlos III, 29 de Carlos IV, 8 de Fernando VII y otras de menos importancia. Aunque se descartó que fuera el tesoro de la época de Felipe IV, puede ser que algo tuviese que ver en el origen de esta leyenda.

Por cierto, el rey Felipe IV es protagonista de un montón de historias y leyendas, a cual más divertida. Ya hablaremos de ello.





jueves, 22 de marzo de 2012

Momias en Toledo (II) ... Sanchito

En el  Convento de Santo Domingo el Real de Toledo se halla el cuerpo momificado del infante Sancho de Castilla y Sandoval que falleció en 1370 en la fortaleza de Toro (Zamora) con tan solo 7 años de edad.
Su padre, el rey Pedro I el Cruel, fue asesinado por su hermanastro Enrique de Trastámara, que pasó a ocupar su trono. Cuando muere Pedro I, el infante con solo un año, es trasladado a la fortaleza de Toro (Zamora) junto a su hermano Diego, donde murió. Siempre se había creido que fue envenenado por orden de su tío para eliminar un posible competidor en la sucesión , aunque el infante Sancho no era el primogénito de Pedro I, que tuvo varios hijos con tres mujeres y otros tantos sin reconocer.

En el año 2006 se sometió al pequeño cadáver a un minucioso estudio morfológico, anatomopatológico y toxicológico realizado por un equipo multidisciplinar  y en el que se utilizaron las últimas tecnologías, concluyendo que la causa de su muerte no fue el envenenamiento como se sospechaba, sino un proceso infeccioso agudo pulmonar. La microscopía electrónica de barrido no detectó la presencia de tóxicos como arsénico, cianuro o mercurio, muy utilizados en la Edad Media, y los investigadores vieron improbable que el joven infante muriera envenenado.

Se supone que la infección pulmonar le produjo grandes fiebres que le deshidrataron y que facilitaron el proceso de momificación.

Las monjas del convento le llaman cariñosamente "Sanchito", y le tienen bien cuidado y primorosamente vestido de monaguillo.  
Incluso parece ser que no ponen demasiados reparos para enseñarlo a las visitas.

















Momias en Toledo (I)


Momias de San Andrés
Toledo está lleno de leyendas e historias acerca de momias.  Las momias toledanas no son cadáveres embalsamados cuidadosamente en espera del juicio final, son simplemente cuerpos incorruptos que por alguna razón han desafiado el paso de los siglos.
Se dice que el subsuelo seco y rocoso de Toledo ayuda a conservar los cuerpos así que practicamente cada iglesia y cada convento han contado con sus propias momias, unas veces cuidadosamente conservadas y otras veces amontonadas descuidadamente en una cripta olvidada.
Milicianos en el Convento de la Concepción
De la mayoría se ha perdido el rastro, unas veces porque se han trasladado a sitios más dignos o porque han sido profanadas (como en la Guerra de la Independencia o en la Guerra Civil) pero hasta nuestros días han llegado unos cuantos cuerpos momificados y unas cuantas historias y leyendas...

En una cripta de la Iglesia de San Román se dice que existían numerosos esqueletos y algunas momias,  según la leyenda eran los cuerpos de los muertos en la revuelta del 16 de agosto de 1166, cuando se proclamó rey al niño Alfonso VIII.   Tambien se dice que estaba allí la momia de Bartolomé Lorenzo de Guzmán, un sacerdote jesuita que fue uno de los pioneros de la aeronautica y que murió en Toledo, huyendo de la Inquisición.  Incluso segun un tal Ventura F. López... ¡La momia del mismo Cristobal Colón!

En el Convento de San Clemente, haciendo unas reformas, se descubrieron en 1785 los cuerpos incorruptos de 13 monjas que pasaron a denominarse las Trece Venerables. Las monjitas amortajaron primorosamente a sus hermanas difuntas, las introdujeron en sendos cajones y las colocaron en nichos, hasta que a primeros del siglo XX fueron trasladadas a la Sala Capitular del monasterio, donde se encuentran en la actualidad.

En la Iglesia de San Cipriano, bajo el altar mayor se encuentra el cuerpo incorrupto del santo varón que costeó en 1613 la reforma de la iglesia, quien se encuentra vestido con ornamentos sagrados y con la particularidad de que sus zapatos no tienen suela... para que se pueda contemplar su incorruptibilidad.


En la Catedral se conserva el cuerpo momificado del rey Sancho IV de Castilla.  En 1947, en el transcurso de una exploración arqueológica efectuada en el presbiterio de la Catedral de Toledo, a fin de localizar los restos del rey Sancho II de Portugal y de que fueran devueltos a su país, fueron encontrados los restos de Sancho IV el Bravo. Los restos del rey se encontraban momificados, en buen estado, encontrándose el soberano desnudo de cintura para arriba, y llevando un hábito franciscano, sujeto a la cintura del monarca mediante un cordón franciscano. El soberano, que en vida debió sobrepasar los dos metros de estatura, llevaba una corona de plata sobredorada sobre sus sienes, adornada con camafeos romanos y zafiros, y sujeta mediante un cordón que pasaba bajo el mentón del monarca. El cadáver empuñaba una espada, de empuñadura sobredorada, y en la hoja de la espada aparecía grabada una inscripción de la que sólo se conservaban algunos fragmentos, encontrándose oxidada la hoja en algunas partes. El cadaver estaba cubierto con una especie de colcha ricamente decorada, que fue retirada para su exposición.  Por cierto, dicha colcha desprendía un tremendo olor a cadáver que no podía ser eliminado por más que se ventilase.
Tras el examen de los restos, el cardenal de Toledo, ordenó que el cadáver de Sancho IV fuera vestido con un hábito franciscano, y depositado de nuevo en su mausoleo del presbiterio de la catedral toledana.
Pero las momias más célebres y fotografiadas se encuentran en la cripta de la Iglesia de San Andrés.  Forman un conjunto espeluznante de decenas de cuerpos amontonados, la mayoría colocados de pie. Aunque hay leyendas para todos los gustos, la realidad es que proceden de la monda (curioso nombre) del vecino Convento de la Vida Pobre o incluso de la propia Iglesia.  Se dice que fueron dejados allí provisionalmente con motivo de una huelga de enterradores, y que falleció la persona responsable, quedando olvidados durante años y años.  
Momia de San Andrés

Hasta hace unos años se podían contemplar con cierta recomendación o con alguna propina.  Ahora eso es imposible y el motivo dicen que es una curiosa leyenda urbana:
Se supone que hace pocos años un aficionado al futbol bajó a visitar a las momias de San Andrés y tuvo la feliz ocurrencia de vestir a una de ellas con una camiseta del Futbol Club Barcelona.  Aprovechó además para hacer alguna foto que envió a los dirigentes del equipo catalán, explicándoles jocosamente que se trataba del primer socio del club. Dicen que la foto circula por Toledo en circulos restringidos y que la momia sigue allí abajo con su camiseta puesta.
Y en el próximo capítulo hablaré de la momia de Sanchito y su curiosa historia.



jueves, 15 de marzo de 2012

El Prado de los Ahorcados y el Arco de la Sangre (Toledo)

Dice una leyenda toledana que Agustín Moreto (célebre autor teatral del Siglo XVII, con injusta fama de pendenciero y espadachín) se refugió una noche de tormenta bajo el Arco de la Sangre, a la salida de la Plaza de Zocodover, en Toledo.
Allí un mendigo le puso en las manos una nota plegada y, sin mediar palabra, desapareció precipitadamente.
En la nota ponía “Si sois hombre, si os tenéis por caballero, esta noche a las doce en el Prado de los ahorcados, os espero”
Como Moreto era hombre valiente, acudió a la hora fijada a aquel lugar maldito, pero en ese paraje solitario no había nadie.  Cuando iba a regresar, notó un movimiento y observó aterrorizado que un cadáver se mecía colgando de la horca.
Y aquel hombre ahorcado empezó a moverse y a señalar con el dedo un lugar cercano, allí donde había dado muerte por una imprudencia, a su amigo y tambien poeta Baltasar Elisio de Medinilla.  Moreto contempló con horror que se trataba del cadáver de su amigo.
Una versión dice que Agustin Moreto murió de miedo allí mismo y otra que se desmayó y envejeció muchos años en una sola noche...

La realidad es que Agustín Moreto fue un gran autor teatral que terminó sus días como clérigo en Toledo, con cargos en diferentes establecimientos hospitalarios y religiosos.  Medinilla fue un poeta y autor, amigo de Lope de Vega que murió asesinado y ese debe ser el origen de la leyenda.  
El Arco de la Sangre (antigua puerta de origen árabe) debe su nombre a que sobre él se encuentra el oratorio de la Sangre de Cristo, que era la sede de la Cofradía de la Preciosa Sangre de Cristo que atendía a los que iban a ser ajusticiados (las ejecuciones se realizaban fuera de la ciudad, al lado de la puerta de Bisagra, en el lugar que se llamó el brasero de la Vega). En esta capilla se celebraba misa para que pudiesen oirla los que estaban en la plaza de Zocodover vendiendo sus productos.
Justo al lado se encontraba la Posada de la Sangre, donde Cervantes situa su novela "La ilustre fregona"

Todo el conjunto quedó destrozado en la Guerra Civil y solo quedó milagrosamente en pie el arco de la Plaza de Zocodover. Junto al Arco reconstruido hoy en día se erige una estatua de Cervantes.


sábado, 10 de marzo de 2012

Cerro de los Angeles (y IV) - La actualidad


















 Tras la Guerra Civil todas las construcciones del Cerro de los Angeles quedaron destrozadas.  La Ermita se reconstruyó en 1945 y en 1944 empezó la construcción de un nuevo monumento al Sagrado Corazón, de estilo idéntico al Valle de los Caidos, es decir, grandilocuente y con un toque faraónico.
Muy parecido al monumento anterior, cuyas ruinas se conservan en frente del nuevo, pero más grande y con una gran cripta debajo que alberga un santuario tan grande como estéticamente horrible.  Tras muchos parones y dificultades en su construcción se inauguró ¡en 1975!

Las laderas quedaron llenas de restos de la guerra, con varios bunkers bien conservados y algunos restos de trincheras.  Durante muchos años los chavales de Getafe acudíamos a buscar vainas de proyectiles y otros restos bélicos fáciles de encontrar.  Se hizo una repoblación con pinos que transformó el desolado Cerro en un agradable parque donde los getafeños van a pasar unas horas de campo... a 5 minutos de sus casas.

En todo caso, resulta un lugar muy agradable para visitar, no demasiado explotado turisticamente y con unas vistas excelentes sobre toda la zona Sur de Madrid.

Por cierto, según algunos especialistas en el Cerro de los Angeles existe un Vórtice Energético o Punto de Poder de primerísima magnitud, de 33000 UB de los que se supone que solo hay 49 en toda la península. Haría falta un péndulo y cierta capacidad sensorial para encontrar el lugar exacto, pero si existe tal cosa yo apuesto porque está en la Ermita de la Virgen de los Angeles.



Cerro de los Angeles (III) - Cerro Rojo y Guerra Civil

Durante la Guerra Civil se cambió el nombre del Cerro de los Angeles por el de Cerro Rojo.  Aparte del significado político, el nuevo nombre bien podría reflejar la sangre allí derramada durante el conflicto...
En los comienzos de la guerra el Cerro fue tomado por milicianos extremistas que asesinaron allí cruelmente a 5 jóvenes católicos  y destruyeron el monumento al Sagrado Corazón, previo juicio y fusilamiento de Jesucristo: Una de las fotos más difundidas de la Guerra Civil (según algunos, manipulada)
 
A principios de noviembre del 36, el Cerro fue tomado por los nacionales en su avance hacia Madrid.  La línea del frente quedó establecida para toda la guerra muy cerca de allí, en Villaverde.

El 13 de noviembre tiene lugar un fuerte ataque de los republicanos (bautismo de fuego de la XII Brigada Internacional) al Cerro de los Angeles. Resulta ser un caos y una carnicería, con episodios dignos de la guerra del humorista Gila:  Camiones que se pierden y llegan tarde a la batalla... preguntando a los aldeanos: "Oigan ¿ustedes saben donde está la guerra?", unidades que confunden el lugar del ataque porque no se entienden, un pequeño muro que no pueden franquear por falta de escaleras o bombas de mano... El desastre es total y las perdidas humanas para los brigadistas son tremendas.  

La otra gran batalla se libra el 20 de enero de 1937.  La I Brigada Mixta republicana, al mando de Enrique Lister ataca de madrugada y toma por sorpresa el Cerro, incluso pillando en la cama al comandante de los nacionales, Ricardo Belda.  Hacen 400 prisioneros que son enviados rapidamente a Madrid para ser utilizados como arma propagandística. 
Pero el éxito es fugaz porque los mandos republicanos no se ponen de acuerdo en quién debe defender el Cerro y los nacionales contraatacan ese mismo día con experimentadas fuerzas marroquíes.  Los atacantes se han convertido rapidamente en defensores y su precipitación y falta de pericia hacen que se instalen mal las ametralladoras que resultan inutiles por disparar demasiado alto.  Los soldados moros aprovechan y apoyados por la artillería asaltan la cima del Cerro y hacen una carnicería entre los defensores.
Finalmente llegan los tanques T-26 soviéticos, y los aviones. Pero ya es tarde, el Cerro Rojo nunca volverá a estar en manos del Gobierno republicano. Desde allí se bombardeará incesantemente Madrid hasta el final de la guerra.



Cerro de los Angeles (II) - Sagrado Corazón y Convento de Carmelitas

Seguimos en el Cerro de los Angeles, de Getafe.   Además de la Ermita de Ntra. Sra. de los Angeles hay allí un grandilocuente monumento al Sagrado Corazón de Jesús y un Convento de Carmelitas, con curiosas historias.
En el año 1911 tiene lugar un Congreso Eucarístico para consagrar España al Sagrado Corazón, es en este momento cuando se decide erigir un monumento que lo conmemore. Los encargados de llevarlo a cabo fueron el arquitecto Carlos Maura Nadal y el escultor Aniceto Marinas, la financiación fue designada a la Junta de Damas de la aristocracia española. Las obras se iniciaron en 1916 y duraron tres años.  

En el mes de mayo de 1919 se inauguró el monumento con gran pompa y boato:  Antonio Maura, presidente del Consejo, pronunció un breve discurso tras el cual pasó la palabra a Alfonso XIII:  Los miembros del Gobierno, los Grandes de España, la aristocracia, sus emperifolladas esposas, la jerarquía eclesiástica y demás asistentes escuchaban de rodillas las palabras del soberano en un acto por el que se consagraba España al Sagrado Corazón de Jesús.

El rey, ante la mirada complacida de la selecta concurrencia, procedió a tirar del cordón que haría descorrer el velo que ocultaba el monumento, bajo cuyas esculturas, grabado en la piedra, se leía "REINARÉ EN ESPAÑA".
La solemnidad pretenciosa del momento quedó en ridículo cuando los presentes leyeron un poco más abajo, también grabado en la piedra aunque más toscamente, otra frase, "QUE TE CREES TU ESO". 
Entre los aldeanos y curiosos apostados en las cercanías se oyeron carcajadas y bromas. Una santa indignación corrió entre los promotores del acto.


El convento de monjas carmelitas del Cerro y el tren Talgo los promovió el mismo financiero, Jose Luis de Oriol y Urigüen, que era todo un personaje, un importantísimo empresario ultra-católico que levantó con su propio dinero un convento en el Cerro de los Ángeles, para honrar al Sagrado Corazón de Jesús. Oriol solía preguntarse qué sería de Dios Nuestro Señor si la gente no se acordara de Él. Su ilusión era que el convento fuera regentado por la Carmelitas Descalzas, de cuya congregación formaba parte su hija Catalina.
Una mañana de invierno, recibió el aviso de que el Cardenal deseaba verle. Las obras del convento habían concluido y Su Eminencia deseaba que fuesen los Franciscanos quienes lo habitaran. Oriol escuchó en silencio la petición y, al salir del arzobispado, enfiló su vehículo en dirección al Cerro de los Ángeles. Nada más llegar, dinamitó el convento. El cardenal, al enterarse, le volvió a llamar para rogarle que, en caso de que volviera a reconstruirlo, entregase el convento a las Carmelitas Descalzas. Y así fue, el convento se reconstruyó y lo ocuparon las monjas Carmelitas.
El dinero y el poder de la muy católica familia Oriol estuvo siempre detrás de la Madre Maravillas de Jesus, fundadora del convento del Cerro y del de La Aldehuela. Cualquiera que busque información acerca del Cerro se encontrará con abundantísima información acerca de las bondades y milagros de esta peculiar monja muy relacionada con Getafe.



Cerro de los Angeles (I) - La leyenda

Como vecino de Getafe durante muchos años, el Cerro de los Angeles es un sitio muy especial para mi. Los de mi generación hemos crecido allí en gran parte: Las pequeñas aventuras de chavales, las romerías, los primeros escarceos amorosos, los partidillos de futbol en la explanada de abajo, bodas y comuniones, etc.
Es un cerro testigo, ahora con un gran pinar en sus laderas y rodeado de autopistas y polígonos industriales.  Se supone que es el centro geográfico de España, pero no es verdad.  Lo primero porque no hay consenso a la hora del criterio a utilizar, y lo segundo porque en ningún caso el centro estaría allí.  Es solo una leyenda urbana que procede del tiempo de los árabes.

Lo más destacable del Cerro es la Ermita de la Virgen de los Angeles, patrona de Getafe y llamada "Angelines" cariñosamente por los getafeños. Cada año es bajada en procesión en las Fiestas acompañada de una gran multitud. Tiene una bonita leyenda, claro...

Cuenta la leyenda que unos pastores que solían pasar con sus ganados por la cañada de San Marcos, se resguardaron en el Cerro de Almodóvar (Hoy Cerro de los Angeles) durante una noche de tormenta. Al caer un rayo junto a los restos de una ermita que allí existía, vieron cómo, una vez se apagaba el ruido del trueno, la luz no se desvanecía. Al principio creyeron que el resplandor provenía de un incendio; y al acercarse, vieron que se trataba de la imagen de una Virgen de pequeño tamaño. Como los pastores debían continuar su camino, entregaron la efigie a unos zagales, que se la llevaron a Pinto. Cuando fueron a contar la historia al cura de la localidad, comprobaron con asombro que la imagen había desaparecido. Estos mismos chicos, a los pocos días, estaban jugando a los pies de la ermita del Cerro, cuando encontraron de nuevo a La Virgen. La bajaron a Getafe, a uno de los altares de la Iglesia. Pero, una vez más, la efigie volvió a desaparecer. El cura llegó a pensar que La Virgen quería instalarse en el Cerro.  Ante estos sucesos extraordinarios el pueblo construyó una ermita a la que llamaron como a la imagen, Ntra. Sra. de los Ángeles. 
 
En realidad, la actual talla de la Virgen se construyó en 1610. En los siglos siguientes fue tradición bajar a la Virgen de los Angeles a Getafe en caso de sequías o catástrofes. Sobre una antigua ermita, se construyó la actual en el Siglo XVIII y tambien se fabricó una espléndida carroza que se sigue utilizando.

El Cerro de los Angeles siempre ha sido un paraje bastante solitario y desolado, salvo en las romerías y fiestas populares.  Allí hubo cosas bastante curiosas en el siglo XIX, como un lazareto, un manicomio y una torre del telégrafo óptico, que apenas llegó a funcionar.  Cuando había epidemias de cólera, se obligaba a pasar una cuarentena allí a los viajeros que procedían de Andalucía para entrar a Madrid.

En el Siglo XX se construyeron tambien un monumento al Sagrado Corazón, un convento de Carmelitas y un seminario.  Y hubo tremendos y rocambolescos combates durante la Guerra Civil.  Pero esa esa otra historia que contaré en otro capítulo.